El efecto Dunning-Kruger
Carta de un corresponsal intervencionista
Corren tiempos difíciles y la verdad es que produce preocupación. Sí, esta maldita pandemia ha cogido a contrapié a nuestra sociedad tan poco acostumbrada a padecimientos globales en nuestro entorno. Estábamos acostumbrados a hablar con cierta superficialidad de guerras, sufrimientos, miserias, violencia, hambre, pobreza pero nos sentíamos tranquilos porque había muchos kilómetros de por medio y además, hasta cierto punto, muy solidarios, pero les ocurría a “los otros”.
Ha tenido que desatarse este apocalipsis vírico para mostrar nuestras debilidades ante un problema poco controlable y que ha asesinado a más de 340.000 personas en el mundo en poco más de tres meses.
Dicen, y debe ser verdad, que debemos aprender de los malos momentos para evitar que se repitan y me pregunto, ¿qué diablos he aprendido yo?. En primer lugar he observado con horror que esta tragedia, si solo hubiera afectado a ancianos, al parecer, hubiera sido menos tragedia. A menudo, en los datos clínicos del día, al dar la cifra de fallecidos en el hospital, todos preguntábamos por la edad de los finados. Las edades por debajo de los cincuenta años subían la tensión y la temperatura de todos nosotros. Casi un tercio de los fallecidos en todo el mundo (30 %) han tenido una edad entre 70 y 79 años. ¡Qué respiro!, parecían decir los presentes. Los ancianos, nuestros padres y algunos de nosotros, son/somos parte importante de nuestra sociedad. Han entregado mucho esfuerzo por todos nosotros, son una parte esencial de nuestra sociedad, constituyen nuestra memoria histórica y algunos de ellos, demasiados, han muerto en la más fría soledad. ¿Esta es la memoria histórica? Algún día de estos, tendremos que reflexionar sobre nuestro comportamiento con los ancianos y los deberemos de desenterrar de las cunetas de sus panteones/residencias y mostrarles, aunque solo sea, un poco de cariño y respeto, confesando que los dejamos solos porque los menos mayores eran prioritarios.
Y aquí viene mi segunda reflexión. Una de “las mejores sanidades del mundo” ha demostrado que ni por asomo merecía ese título, cuando menos sus responsables. Lo más importante en un sistema sanitario es la prevención. Esta es la que evita la enfermedad, reduce gastos y permite una vida más saludable y duradera. Pues bien estos lumbreras, no sé si en broma o en serio, unos días antes del estado de alarma, declaraban que era una cosa de los chinos y que se trataba de unos casitos de poca monta. ¡Ole! , la perspicacia y la previsión. A lo largo de estos días, los constantes cambios de opinión, los titubeos, unidos a la mala gestión de los EPIS y test y de otras medidas, nos han desconcertado a tirios y troyanos. No es aceptable, que en sus múltiples apariciones televisivas, pusieran gestos de que controlaban “todo”. Aquí es donde me vino a la mente lo del efecto Dunning–Kruger, “cuanto menos sabemos, mas creemos saber todo”. Este sesgo cognitivo que hace que las personas afectas de este mal, con menos habilidades, capacidades y conocimientos tiendan a sobrestimar esas mismas habilidades, capacidades y conocimientos. Lo peor, como dice la psicóloga Jennifer Delgado, es que los Dunning- Kruger “no se limitan a dar una opinión ni a sugerir, sino que intentan imponer sus ideas, como si fueran verdades absolutas, haciendo pasar a los demás por incompetentes”.
Estos tipos no van a aprender, los de arriba siempre necesitan rodearse de mediocridad y mediocridad existe de forma abundante en la naturaleza. Por ello, estoy convencido de que no aprenderán. Los de arriba, los de siempre, luchan y viven para mantenerse en el poder. La mediocridad con esfuerzo y tiempo podría aprender de sus errores, pero éstos no. Mañana cambiarán y se apoyaran en otros mediocres, sin experiencia, dispuestos a que halaguen y festejen su mala gestión.
No soy epidemiólogo, ni experto en COVID 19, soy intervencionista mayor, del grupo “de los basureros de la sanidad” pero hace mucho tiempo que deje de creer en “Papa Noel y los Reyes Magos” y es difícil que la gestión de algunos la pueda olvidar, y ésto no es lo importante, me conformaría con que estos tipos “Dunning-Kruger” reconociesen sus posibles errores y vistiesen un pequeño detalle de luto por tantos muertos, demasiados.
MA de Gregorio
Intervencionista corresponsal